viernes, 23 de marzo de 2007

El último viaje del canito.


Hoy me toca despedir a un fiel compañero, que la semana pasada puso fin a una larga trayectoria de 18 años de servicio más allá del deber, durante los cuales ha completado la más diversas misiones, acumulando incontables experiencias, e innumerables kilómetros (sobre todo porque hace años que se le rompió el cuentakilómetros).

Este sentido homenaje es para nuestro
Volkswagen Polo Coupe Cl, Matrícula M-2522-IM.



En el día de ayer inició su último viaje, dejándonos a los cuatro miembros de esta familia que hemos tenido la suerte de disfrutarlo un buen número de recuerdos.

Ha prestado servicio a mi madre primero, siendo después mi primer coche, y el de mis dos hermanas.
Ha soportado 3 aprendizajes, cuatro manos distintas.
Sus ruedas han recorrido carreteras de Madrid al Puerto de Santa María.
Ha ejecutado de manera sobresaliente cuando no heroica, todos nuestros requerimientos.

Este coche ha estado en un frío fin de año aparcado a la intemperie, en un pueblo de la sierra onubense, y cuando acudimos a arrancar los coches, este amigo lo hizo a la primera, donde otros, se resintieron del frío (un BMW nuevo entre ellos).

El regreso de ese viaje lo realizó con gran demostración de valentía y de estupidez de su piloto, con 18 botellas de White Label, bajo los asientos porque no cabían en otro sitio.

La última vez que llovió de verdad en Sevilla, con el Tamarguillo ahora me desbordo, ahora no, este vehículo obedeció la orden de su piloto de vadear un riachuelo desbordado en la Pablo Olavide, enseñándonos que no se sabe como es de profundo un charco hasta que te metes en el.
El ya veterano vehículo dio entonces muestra de unas insospechadas cualidades anfibias, llegando el agua casi hasta media puerta, pasó de lado a lado.
Quien lo iba a decir de un coche que cuando cogía un charco a velocidad, por no se qué defecto del escape, rebrincaba, se quejaba, y sacudía violentamente la palanca de cambios antes de calmarse.

Este coche negro, sin dirección asistida, aparcado al sol de Sevilla, ha enseñado a sus sucesivos pilotos lo que es el calor de verdad.

En su vejez continuaba saliendo con descarada rapidez de los semáforos.

Este héroe puso fin a sus días ayer como solo él podía hacerlo. Alertados por el humo blanco que soltaba, decidimos acercarlo al taller que nunca visitaba, con el máximo cuidado. Apenas 5 kilómetros hasta el taller, realizados sin novedad.

Este coche no podía hacer algo que no hizo nunca en 18 años. No podía dejarnos tirados.

Así que no dijo adiós hasta su misma entrada en el taller, y una vez desmontado su piloto. Entonces dijo basta, con un furioso bufido de abundante vapor, que salió del capó, como el último estertor del un pequeño dragón.



Hoy he tenido el honor de escoltarle, al lugar de su definitivo descanso.
No te olvidaremos.

Adiós canito.

3 comentarios:

Michi dijo...

Muy buena la historia de Canito,me ha gustado mucho,saludos compañero.

Rafa dijo...

También recuerdo ese magnífico carro que ha aguantado mil batallas; memorable el regreso desde la localidad onubense de Fuenteheridos, si por aquel entonces está el 'carnet por puntos', nos los quitan a todos los ocupantes de 'Canito'.

Descanse en paz.

P.D.- Ya no se hacen las cosas como antes, por ejemplo los coches.

P.D.2.- Se me erizan los vellos de pensar que mi magnífico ZX (batallador donde los haya) siga algún día el camino marcado por 'Canito'.

Anónimo dijo...

Mi querido R-19 Chamade pasó por el mismo trago.. cierto es que ya no se fabrican como antes, pero es que antes tenían alma y corazón y se les hablaba con sentimiento,ahora son ellos los que te hablan a través del navegador!!! jajajaja

Bueno, descanse en paz... y a por otro!!!! (yo vendo uno...)