Fin de semana en la playa.
Tenía ganas de volver al Puerto.
Sigo sintiéndolo como un lugar único. Para mí el mejor del mundo.
Se que lo digo con la parcialidad interesada, familiar, de quien ha mirado cada poco tiempo la vista de la Bahía gaditana, durante toda su vida.
Como una madre nunca verá a su hijo como feo o tonto, yo no le veo los defectos al Puerto. No veo que es un lugar masificado. No veo que hay mejores playas, y mejores paisajes, incluso en la propia provincia. Está urbanizado, hasta casi el límite, y los camaleones, erizos y conejos se refugian en oasis vegetales ridículos.
Pero no lo veo.
Supongo que todo el mundo tiene Su Lugar. Uno especial. Quizás donde se crió, o donde vivió una buena etapa.
Superman, volaba al Ártico a un palacio de hielo, para encontrar respuestas, para reponerse, para hablar con el alma de sus padres.
Este trozo de mar vigilado por Cádiz, esta costa que parte desde allí hasta el Puerto de Santa María y después hasta Rota, es mi lugar. Muchos de los que lo conozcan, dirán que no es ni mucho menos para tanto. Pero es mi lugar.
Cada año de vida, tiene muchos factores y variables, pero en esa ecuación, yo puedo encontrar una constante, y es este trozo de costa.
Nací apenas a 20 Kilómetros de ella, así que empecé a respirar su aire casi desde el principio. Nunca he dejado de veranear por allí. Desde que tengo memoria, no he dejado de bañarme en él, de contemplarlo, de buscarme a mi mismo al hacerlo, de plantearle preguntas, y escudriñar el futuro en él, como haría una bruja en el cristal de la bola.
Y agradezco especialmente fines de semana como este de enero, en el que aun no recibe visitas, en la que El Puerto de Santa María, aun duerme su invierno a la espera de un nuevo Verano, con su vida agitada, sus largas noches, atascos de coches, y gente, sufriendo para disfrutar, que ironía, de una ciudad atestada, repleta. Una locura, un ritmo tan acelerado, que parece en comparación que ahora la ciudad estuviera muerta.
Ahora se puede pasear, despacio, porque el latido del Puerto es ahora lento, se puede caminar junto al mar, y escuchar.
El silencio de esta época permite escuchar. Tras el sonido de cada ola, la resaca de un recuerdo. Una tras otro, consecutivamente. Indefinido y eterno como el trabajo lento de las mareas.
Por eso es mi lugar. Por eso mi vinculación a él. En ningún otro lugar podría escuchar en el silencio tantos recuerdos, de tiempos tan distintos.
La Bahía de Cádiz conoce más de mí que ningún amigo. Porque ha visto de mi la primera vez de muchas cosas.
Me ha visto hacer el primer castillo de arena, aprender a nadar, a jugar con las olas, a contar tumbado en la playa por la noche las Lágrimas de San Lorenzo.
Me ha visto asustado y valiente.
Me ha visto trotar por su costa, correr con la bici, correr aun más cuando hubo moto. Me ha visto beber copas con los amigos junto a él.
Me he inclinado sobre la barandilla de su paseo marítimo, contemplativo, eufórico, triste, nostálgico.
También mareado con la primera borrachera.
Ha sido testigo de promesas que nunca se cumplieron, y si será grande el mar, que caben al mismo tiempo las preguntas que le hace ella y las que le hace él.
He contemplado el misterio de sus oscuras aguas en noches con Luna, y me he bañado en ellas.
Muchas veces, le he preguntado por mi futuro, le he pedido consejo del presente, llamándole, Poseidón, a veces Neptuno, la mas de las veces solo Mar, porque nos conocemos desde siempre y hay confianza. En realidad, siempre es Dios, que no puede contar con templo más grande que este.
Es por todo esto que este es mi lugar, y me alimenta y da fuerzas cuando vengo a verle como ningún otro sitio del Mundo.
----------------------------------------------
Entrenos.
L-
M- Natación 800 m
X- Llueve
J- Carrera 6.5 Km, suaves.
V- Natación 1000 m + 2 horas padel
S- Carrera de unos 11 km con cuestas sobre el 75% ppm de media.
D- Bici. 40 Km (bastante viento).
(Puede parecer poco, pero me ha servido para consolidar la semana anterior. Me he encontrado excepcionalmente bien en los 11Km del sábado).
Tenía ganas de volver al Puerto.
Sigo sintiéndolo como un lugar único. Para mí el mejor del mundo.
Se que lo digo con la parcialidad interesada, familiar, de quien ha mirado cada poco tiempo la vista de la Bahía gaditana, durante toda su vida.
Como una madre nunca verá a su hijo como feo o tonto, yo no le veo los defectos al Puerto. No veo que es un lugar masificado. No veo que hay mejores playas, y mejores paisajes, incluso en la propia provincia. Está urbanizado, hasta casi el límite, y los camaleones, erizos y conejos se refugian en oasis vegetales ridículos.
Pero no lo veo.
Supongo que todo el mundo tiene Su Lugar. Uno especial. Quizás donde se crió, o donde vivió una buena etapa.
Superman, volaba al Ártico a un palacio de hielo, para encontrar respuestas, para reponerse, para hablar con el alma de sus padres.
Este trozo de mar vigilado por Cádiz, esta costa que parte desde allí hasta el Puerto de Santa María y después hasta Rota, es mi lugar. Muchos de los que lo conozcan, dirán que no es ni mucho menos para tanto. Pero es mi lugar.
Cada año de vida, tiene muchos factores y variables, pero en esa ecuación, yo puedo encontrar una constante, y es este trozo de costa.
Nací apenas a 20 Kilómetros de ella, así que empecé a respirar su aire casi desde el principio. Nunca he dejado de veranear por allí. Desde que tengo memoria, no he dejado de bañarme en él, de contemplarlo, de buscarme a mi mismo al hacerlo, de plantearle preguntas, y escudriñar el futuro en él, como haría una bruja en el cristal de la bola.
Y agradezco especialmente fines de semana como este de enero, en el que aun no recibe visitas, en la que El Puerto de Santa María, aun duerme su invierno a la espera de un nuevo Verano, con su vida agitada, sus largas noches, atascos de coches, y gente, sufriendo para disfrutar, que ironía, de una ciudad atestada, repleta. Una locura, un ritmo tan acelerado, que parece en comparación que ahora la ciudad estuviera muerta.
Ahora se puede pasear, despacio, porque el latido del Puerto es ahora lento, se puede caminar junto al mar, y escuchar.
El silencio de esta época permite escuchar. Tras el sonido de cada ola, la resaca de un recuerdo. Una tras otro, consecutivamente. Indefinido y eterno como el trabajo lento de las mareas.
Por eso es mi lugar. Por eso mi vinculación a él. En ningún otro lugar podría escuchar en el silencio tantos recuerdos, de tiempos tan distintos.
La Bahía de Cádiz conoce más de mí que ningún amigo. Porque ha visto de mi la primera vez de muchas cosas.
Me ha visto hacer el primer castillo de arena, aprender a nadar, a jugar con las olas, a contar tumbado en la playa por la noche las Lágrimas de San Lorenzo.
Me ha visto asustado y valiente.
Me ha visto trotar por su costa, correr con la bici, correr aun más cuando hubo moto. Me ha visto beber copas con los amigos junto a él.
Me he inclinado sobre la barandilla de su paseo marítimo, contemplativo, eufórico, triste, nostálgico.
También mareado con la primera borrachera.
Ha sido testigo de promesas que nunca se cumplieron, y si será grande el mar, que caben al mismo tiempo las preguntas que le hace ella y las que le hace él.
He contemplado el misterio de sus oscuras aguas en noches con Luna, y me he bañado en ellas.
Muchas veces, le he preguntado por mi futuro, le he pedido consejo del presente, llamándole, Poseidón, a veces Neptuno, la mas de las veces solo Mar, porque nos conocemos desde siempre y hay confianza. En realidad, siempre es Dios, que no puede contar con templo más grande que este.
Es por todo esto que este es mi lugar, y me alimenta y da fuerzas cuando vengo a verle como ningún otro sitio del Mundo.
----------------------------------------------
Entrenos.
L-
M- Natación 800 m
X- Llueve
J- Carrera 6.5 Km, suaves.
V- Natación 1000 m + 2 horas padel
S- Carrera de unos 11 km con cuestas sobre el 75% ppm de media.
D- Bici. 40 Km (bastante viento).
(Puede parecer poco, pero me ha servido para consolidar la semana anterior. Me he encontrado excepcionalmente bien en los 11Km del sábado).
7 comentarios:
Cabrón, casi me haces llorar en la oficina
Muy bonito. Como nos tiremos a nadar contigo en la bahía nos ahogamos todos, menos tú, que ya la tienes de tu parte.
No hay color, Cadiz no tiene comparacion con nada, lo dice un cordobes afincado en madrid, jesus no pongas los dientes largos al personal¡¡¡
Jesús que pasa que no tienes recuerdos con las zagalas en la bahía?,
Vaya Dani, lo siento.. pero vine el domingo en este plan...
Lo siento mucho por los que teneís el mar tan lejos (emilio y dani).
No quería poner los dientes largos.
Desde luego, no es lo mejor para leer un lunes en una oficina de Madrid, la verdad (je, je.. haciendo sangre)
Stani... de esos recuerdos de zagalas tambíen hay unos pocos de , pero esos no los publico aquí, no sea que los vaya a leer alguna visita inesperada, y hasta aquí puedo leer....
Jesús me descubro ante tí, que prosa tienes cab... Tus sensaciones y sentimientos ante la contemplación del inmenso mar, los hacemos nuestros aquí, en tierras levantinas, con el Mediterráneo acariciando nuestros pies.
Un saludo tío grande.
El mar, y sobre todo la Bahía de Cádiz, tienen algo que cautiva aunque no seas de allí.
Te lo dice uno que sí es de la Bahía.
Publicar un comentario