Puente pirenaico y primera experiencia con la BTT.
Os cuento brevemente, después de demasiado tiempo sin
escribir, como van las cosas.
El entrenamiento bastante bien. Mas o menos cumpliendo,
aunque algo corto de carrera a pie y natación, pero de eso se trata que donde
yo flojeo mas es en la bici.
Sobre la bici, cumpliendo.
El último episodio, totalmente imprevisto ha sido el pasado
viernes de puente.
Como digo, cogí el viernes de puente, y estuve por los
Pirineos Aragoneses.
Conocí por allí tomando una cerveza a Juan Carlos y Diego,
deportistas aficionados como nosotros, que en seguida me hicieron varias
preguntas sobre el Triatlón y el Ironman. Un par de horas después, al
despedirnos, me invitaron a hacer con ellos al día siguiente una salida de
bici.
A mi la confección de una maletita tipo Ryan Air a mi pesar,
no me había dado siquiera la alternativa de incorporar equipaje deportivo. Ni
unas míseras zapatillas.
Cuando se lo expliqué en seguida Juan Carlos se ofreció a
prestarme todo lo necesario (Gracias una vez mas). Como el mismo me explicó, él
y su familia, habían vivido toda su vida sobre dos ruedas. Con o sin
propulsión, lisas o con tacos. Pero siempre ruedas.
A mi se me acababan las excusas, y además me apetecía, así
que solo faltó que María se uniera a ellos animándome a aceptar.
Así fue como a las 8.00, estaba yo en una gasolinera de
Biescas preparado para lo que creía sería un paseito agradable por esas
preciosas carreteras de montaña.
Puede que fuera previsible, pero yo que solo tengo bici de
carretera, pensaba en una salida sobre asfalto.
Me desayuné con la verdad, la ropa y la bici prestada, y la
promesa de que la ruta sería asequible.
Así fue que en unos minutos me estaba dirigiendo a la
montaña mas cercana por un camino de piedras que ya se me atragantó de inicio, mientras me
acostumbraba a una bici Bici de Montaña.
Ya en los primeros metros tuve que bajarme de la bici, al no
haber atinado a quitar el plato a tiempo en una zona de pendiente y piedras.
Me temí darles la mañana a los 5 que venían conmigo.
Quité el plato (además con carácter casi definitivo), y las
cosas empezaron a ir mejor, salvo alguna confusión con el cambio invertido de
la maneta derecha.
Nos dirigimos por un camino forestal, ancho aunque bastante
roto hacía el pueblo de Yesero, con una
subida constante.
Entendí viendo a los demás que aquí se trataba solo de hacer
el molinete y tratar de permanecer sentado. Creo que no se notó demasiado que
vivo en Sevilla, y que acostumbro a llanear con una bici de carretera durante
todo el año, pero por si acaso se lo advertí.
Los paisajes para mi indescriptibles. Esas montañas pobladas
de bosque y salpicadas de verde oscuro. De ocres amarillos y rojos, de los
árboles de hoja caduca. Con Biescas cada vez mas pequeña al fondo del valle.
Era realmente bonito.
Llegamos a un alto, descendiendo a continuación hacia el
pueblo de Yesero.
El Yesero, de donde veníamos al fondo |
Me imagino que estuvimos allí otra hora subiendo dirección a
la Sierra Tendereña ,
con dos pequeñas paradas para admirar el paisaje. Ahora el pueblo de Yesero aparecía a lo lejos en la ladera opuesta del
valle.
Cuando por fin acabamos de subir, Juan Carlos dijo:
- Pues ya está. Ahora viene lo divertido.
Y iniciamos la bajada por donde habíamos venido.
"Lo divertido" era tirarse por ese camino roto que
habíamos subido durante casi una hora, pendiente abajo a toda velocidad.
Y la verdad es que era divertido, aunque a mi la prudencia
de estar estrenando montura, y experiencia off-road, me hacían tirar de freno
mas a menudo que ellos, que yo creo que solo lo tocaban en las curvas.
Me fui divirtiendo a pesar de no sentirme como digo
demasiado seguro bajando por esos caminos, a veces por encima de los 50 Km/h .
A menudo se me pasaba por la cabeza, que mucha suerte tenía
que tener, para que uno de mis "uys" no acabara materializándose en
mi primera caída.
Pero no. Llegamos al punto de encuentro fijado, donde
desviamos la ruta metiéndonos por un sendero, de entre 1/2 y 1 metro de ancho,
técnicamente entretenido para un novato como yo, aunque luego mirando las rutas
en internet he podido ver que no pasaban de una dificultad "media".
Yo me lo tomé con calma. Después de mas de 30 km , venía lo complicado y
tocaba ser prudente. Quité plato, piñón grande y con paciencia.
El sendero era realmente bonito. Piedras, ramas sobre una
alfombra de hierba verde brillante. Todo ello abrazado por el bosque que
parecía tener volcada toda su energía en borrar la cicatriz que había trazado ese
pequeño camino.
Increíblemente bonito para mi, un urbanita
sureño muy poco paseado por naturalezas tan frondosas. Lo que estaba viendo me parecía propio de alguna trilogía sobre magos y anillos mágicos, si se me permite
el desliz friki.
Bajada desde la caseta de las Bruxas |
Ni que decir tiene que aquí opte por desmontar, no fuera que un error, me hiciera caer al vacío al menos
El final de ese tramo, era la bajada que parte de la caseta
de las Bruxas, nombre que me justifica un poco el "frikismo"
anterior, y demuestra que algo de mágico tenía el lugar.
La bajada muy entretenida consistía básicamente en una
sucesión de terrazas en pendiente por
las que se bajaba la montaña dirección a Biescas. Al final de cada terraza un
giro de 180º enlazaba con la terraza siguiente.
Al principio me
detenía en cada giro, pero poco a poco, los iba ya encadenando sin dificultad.
Y así llegué al final. Biescas a solo 500 metros . Tenía que
bajar por un camino de piedras junto al Río y ya está. Debí haberme pareado a pensar eso
de que hasta el rabo todo es toro, porque precisamente el final se me atragantó.
Confiado en unas habilidades que no tenía, me lancé hacia abajo esquivando las piedras hasta que no atiné con una de ellas. La rueda delantera se clavó cruzada en ella, la trasera se levantó y salí lanzado por encima. Un clásico de las caídas.
Confiado en unas habilidades que no tenía, me lancé hacia abajo esquivando las piedras hasta que no atiné con una de ellas. La rueda delantera se clavó cruzada en ella, la trasera se levantó y salí lanzado por encima. Un clásico de las caídas.
Aterrizaje sobre antebrazo y ambas rodillas. Mucho dolor, pero
sin consecuencias, mas allá de unos rasguños bien repartidos, y un largo, pero
poco profundo corte en la rodilla.
Un peaje barato, que supongo era inevitable pagar, por mi
bautismo con la de montaña.
Mas de 40
kilómetros y caerse al final.
La caída ya olvidada con la cervecita, y los torreznos en el
Bar, y ya deseando tener oportunidad de repetir.
Y muy agradecido a Juan Carlos y Diego por haberme permitido disfrutar de la experiencia.
Y muy agradecido a Juan Carlos y Diego por haberme permitido disfrutar de la experiencia.
Alguna fotos han sido sacadas de la página GPSPirineo, en la que podéis
ver algunas de las infinitas rutas de esta zona.
Muy muy recomendable.