A veces me hacen esa pregunta respecto del Titán. Por lo general atletas mejor preparados que yo.
Mas fuertes. Y lo hacen porque yo ya le conozco. Me he enfrentado a él ya tres veces, esta será la cuarta, y eso es ya una pequeña ayuda a mi favor.
El Titán es un Gigante, o así lo intuyo por lo enorme de su poder, de su fuerza para doblegar voluntades.
Este año el Titán ha crecido para su décima edición. Se ha hecho aun mas grande y poderoso. Ha aumentado sus distancias que serán 4 km de natación, 120 km de bici y 30 de carrera.
Es un Gigante invisible, o de camuflaje perfecto, que unos sitúan en un lugar, y otros en otro.
Para algunos se oculta confundido con la enorme montaña, en cuya cara se dibuja la cicatriz de la carretera que lleva al Puerto de Las Palomas.
Para otros está escondido en la silenciosa profundidad del embalse. Y para otros espera invisible en la plaza de Zahara, en el lugar de la ansiada Meta.
El Titán va a recibir a alrededor de 300 triatletas, con tres preguntas.
A cada uno de ellos, les va a preguntar:
- Quien eres.
- Qué quieres.
- Qué crees que mereces. (Yo he acabado entendiendo que esta última pregunta se refiere al trabajo, al entrenamiento realizado para afrontar el reto).
El Titán hace esta preguntas a todos los triatletas, cuando se introducen en el agua del embalse con sus neoprenos, en el preciso instante en el que comparten el reflejo sobre la superficie del ojo del Titán, con la Montaña y el pueblo de Zahara.
Ahí el gigante dirige su mirada por primera vez al triatleta, y lo evalúa por primera vez. Le hace esas preguntas, y escucha las respuestas. Pero no habla. Nunca responde.
El triatlón Titán es un viaje, y yo creo que es así como hay que entenderlo y asumirlo. Es una jornada, en la que se va a recorrer un durísimo trayecto en el que vas a tener que pelear todos y cada uno de los kilómetros. Pelearlos y disfrutarlos. Es un viaje, yo no logro verlo como una carrera. No hay reloj, ni contrincantes. Hay kilómetros y compañeros de viaje.
El invisible Gigante va a hacer sus tres preguntas muchas veces durante las horas que dura el Titán. Lo hará machaconamente, buscando la debilidad, la duda. Quebrantar la voluntad.
Nunca responderá, solo escucha. Y por respuesta siempre saca de entre sus manos un nuevo kilómetro, casi siempre mas duro que el anterior. Hasta que se pierde la cuenta.
Un lugar donde siempre pregunta, y yo personalmente pienso que se puede ocultar, es las rampas de esos casi 4 kilómetros de "Las Palomitas".
Ahí después de haber exprimido a todos los triatletas su jugo en la subida del El Boyar, en forma de sudor, y ya reducidos a pulpa y al borde de la deshidratación, nos suele preguntar de nuevo.
Y escucha divertido las respuestas, que antes, al principio, eran mas largas y heterogéneas, y ahora son mucho mas parecidas, y breves.
Básicamente la mayoría responderemos que queremos llegar a la Meta. Solo eso. Llegar en el tiempo y posición que sea, y poner fin cuanto antes al sufrimiento. Eso, y que esperamos merecerlo.
Cuando los titanes ponen pie en tierra, y echan a correr, ya no hay ninguno que no tenga un gran respeto, que no sienta humildad ante el desafío. Y tratarán de mantenerse inquebrantables a las preguntas en su cabeza, a la duda, a los kilómetros, a las cuestas.....
Y así muchos acabarán por llegar a los pies del pueblo de Zahara, y les parecerá oír al Gigante decirles: "Aquí está. Esto es lo que has venido a buscar. ¡Ven! Sube aquí a buscarlo".
Y ya solo quedará subir esos durísimos 2 kms finales. Y ya el Titán no te vuelve a hablar. Y cuando acabas de subir, termina el silencio. Tu familia, amigos, la gente del Titán, y los compañeros del viaje que ya han llegado, celebran tu llegada. Te inunda la alegría y la emoción.
Y encuentras respuesta silenciosa a las preguntas silenciosas.Y le pones fin.
Y el Titán te enseña las manos abiertas, con las palmas desnudas, que no ofrecen ya ni un solo kilómetro mas.
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